Pasaremos lo mismo que un resplandor de estrella
sobre el espejo en éxtasis de un agua de zafir,
y ya frente al ocaso de transitorios nácares
sentiremos el hondo cansancio de vivir.
Ya sólo anhelaremos un poco de silencio
y un cuadrado de sombra para poder dormir!
Habremos sido apenas como una voz de niño
perdida en el estrepito del odio pertinaz,
como el esquema pálido de un gajo de jacintos
flotando entre el encaje de la onda fugaz.
Ya sólo en los nevados estanques del invierno
florecerán los lotos de la suprema paz!
Y todo lo que amamos y lo que padecimos
será tan solo un polvo de lirios en la sien,
y con el alma triste comprendemos tarde
que fue un inútil yermo nuestro soñado edén.
Así como los álamos que desnudó el otoño
desnudos de ambiciones estaremos también!
En nuestra mano trémula se quedará vacía
la copa en que escanciaron los dioses su licor;
ya no darán al ansia del corazón cansado
su signo cabalístico de los tréboles en flor.
Ya sólo los recuerdos en la creciente sombra
pondrán en breve trazo su cándido fulgor!
Y cuando nuestra planta vacile en la pendiente
itinerarios nuevos quisiéramos cruzar
y desafiar los años como el alcantilado
que quiebra en sol y en música la cólera del mar.
Mas sólo el aterido paisaje de la estepa
ofrecerá al ensueño su pista de azahar!
En vano intentaremos retener el instante,
avivar el extinto fuego de la emoción
y en las laderas ásperas que castigó la helada
coger de nuevo un trigo dorado de ilusión.
Y cuando estemos mudos entre el humano estruendo
quedará de nosotros tan solo una canción!
Blanca Isaza de Jaramillo Meza
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