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De Neruda a colores.


Foto tomada en: Torre 2160 Chipre.

Por: Manuela Vallejo Espitia.


A J.E.L.O,

Quien me enseñó a vivir la ciudad, a odiarla y amarla nuevamente.


Ciertamente todas las personas en algún momento de nuestras vidas, nos enfrentamos al dilema existencial moderno, al descalabro de la cotidianidad, a la cruenta batalla con la desigualdad, a la injuria de la costumbre pero sobre todo, al dominio de la soledad.


Y es en ese instante, donde los grandes poetas hacen sonar con sus gruesas voces Tabaquería -la cúspide literaria del recetario mundial-. Aquel poema de Pessoa que, efectivamente nos deja con desasosiego en carne viva.


“Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó, hoy estoy dividido entre la lealtad que debo a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro”.


Álvaro Campos, un sobrenombre más.


¿Quién no ha pasado por el destripador momento de reencontrarse o buscarse en el mundo?, o quizá ¿Quién no ha caminado por la calles de la ciudad teniendo contiendas con uno mismo?, y ¿Quién los ha soportado?, ¿Uno o alguien más?.


Sí, efectivamente hay alguien más, un ser viviente, un ser que todo lo ve, que todo lo escucha y todo lo hace. Un ser del que, nos acordamos cuando nos conviene, cuando requerimos amparo, protección, asistencia u hospitalidad, en un momento de orgullo y de enaltecimiento; sin embargo eso no quita que sea subestimado la mayor parte del año. Y no es Dios.



Foto tomada en: Chipre (mirador).

Por: Manuela Vallejo Espitia.


Es aquella que, nos ve en días de desconsuelo pero también de júbilo, nos deja los mejores recuerdos de la infancia, los sabores placenteros, los lugares donde amamos la vida, donde la sufrimos, nos muestra desde el pasado, los mejores recuerdos que tenemos. Y aun así, la olvidamos, olvidamos hasta cuidarla, velarla y la elogiamos en lo estricto.


Es la única que de sí misma hace nacer atardeceres y no le basta con eso, los regala a los ojos de jóvenes, de enamorados, ancianos, niños, adultos, a los que lamentan, a los que ríen y a los que la miran por última vez, es a la única que Neruda la llamó, fábrica de atardeceres.



Foto tomada en: Chipre (mirador).

Por: Manuela Vallejo Espitia.





Es la bella Manizales que de sus montañas y de sus filos nos regala, la compilación de colores que todo el mundo puede tener.











Por: Manuela Vallejo Espitia.

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